En Mateo
7:28-29, nos dice que Jesús les enseñaba como quien tiene autoridad y no como
los escribas. Qué significa: ¿Cómo quien tiene autoridad y no como los
escribas? Que fenomenal, Jesús no tenía autoridad pero si la tenía; y los
escribas tenían autoridad pero no la tenían. Jesús sin tener una posición oficial
social-religiosa, sus enseñanzas iban respaldadas por una acción, cumpliéndose
la frase que dice: <la fe sin obras está muerta> Lo que en una vez fuera
sagrado, los escribas lo trastornaron en rito, tradición y moral. Se olvidaron
del amor, la compasión y la misericordia. Les gustaban las buenas atenciones
del pueblo y se gloriaban en su posición de Rabí (maestro). Jesús aunque no tenía estudios, ni una posición oficial, se
había ganado el respeto y la atención de la gente. Había algo distinto en Él
que lo hacía único, ofrecía esperanza viva, incluso los fenómenos naturales y
espirituales también se sujetaban a Él. Jesús era sencillo, puso el ejemplo de
servicio, amor y compasión. El pueblo venía a Él por la comida y la curación
del cuerpo. Sanaba las enfermedades del cuerpo y del alma, echaba fuera
demonios. Los escribas enseñaban la ley y la cumplían al pie de la letra; eran,
quizás, muy morales, tanto que no querían que se les acercara un inmundo, ni
pecadores, mucho menos que les tocaran. Jesús no tan solo sintió compasión, sino
que les tocaba, también respetaba la autoridad humana de estos
líderes religiosos. Mandaba a los que sanaba que se presentaran al sacerdote para su purificación, como lo
mandaba la la ley. Veamos ahora algunos ejemplos de su autoridad, Mateo 8:1-13,
nos dice que con tan solo afirmar la sanidad con la palabra y tocar el cuerpo
del leproso sanó. En el caso del centurión, éste creía en su corazón que con el
sólo hecho de que Jesús dijera la palabra de sanidad, su siervo sanaría. Y
tenía razón, así que Jesús solo dijo:<ve, y como creíste, te sea hecho> y
así fue. Los discípulos de Jesús, Mateo 8:27, se maravillaron cuando calmó una
tempestad, ellos dijeron: < ¿Qué
hombre es éste, que aún los vientos y el mar le obedecen?> Ninguno tenía
este poder, ahora en los tiempos de Moisés, de Elías y de Eliseo se manifestaron hechos sobrenaturales,
pero ellos lo hacían en el nombre de Dios y ninguno dijo yo soy el Cristo; el
hijo de Dios, como lo dijera Jesús, porque Él era y lo estaba mostrando con
hechos. Ahora veamos en Mateo 9:2-8, que Jesús perdonaba pecados, no temía el
hacer esto tan sagrado para aquellos tiempo, porque Él estaba autorizado por el
padre a hacerlo. Sus hechos y sus palabras estaban respaldando lo que Él era.
Le dijo al paralítico:<Ten ánimo, hijo; tus pecados te son perdonados> Y para
reafirmar su autoridad también conocía lo que ellos estaban pensando, así que
les dice: < ¿Por qué pensáis mal en vuestros corazones?, ¿qué es más fácil, decir:
los pecados te son perdonados; o decir; levántate y anda?...(dice al paralítico);
levántate, toma tu cama y vete a tu casa>. Es fácil decir palabras, pero respaldar
con hechos sobrenaturales que se tiene autoridad, es otra cosa. En Marcos
7:26-30 y 5:38-42. Una mujer gentil se postró
a sus pies rogándole que echara fuera el demonio que tenía su hija; y
por la respuesta que ella le dio, Jesús la despidió diciendo que el demonio
había salido de su niña. Él ni siquiera la tocó o vio, sólo dijo la palabra y
la mujer creyó, porque se fue y encontró a su hija sana. En el caso de la hija
del oficial de la sinagoga, la multitud no creyó, pero sí sus padres y eso fue
suficiente. Jesús les dijo a los que estaban condoliéndose que no lloraran, que
la niña no estaba muerta sino dormida, ellos se burlaron, pero Jesús fue a la
niña y le dijo:< TALITA CUMI> que significa: Niña, a ti te digo:
¡levántate! Y finalmente Jesús, en su propia muerte, por su identidad divina volvió
a la vida nuevamente con un cuerpo glorificado, la tumba no pudo contenerlo. Ninguno
puede escaparse de la muerte, ni de la tumba, pero Él si los venció; resucitando
a Lázaro entre otros y a sí mismo.