viernes, 12 de septiembre de 2014

TÚ ERES TU PEOR ENEMIGO




El peor enemigo que usted tiene, es usted mismo. Yo, así como el apóstol Pablo, puedo decir: <no hago lo que quiero>,  en muchos casos. Y en los casos cuando hago lo que debo hacer, es porque pongo mis pensamientos en Cristo; al pensar en su gran ejemplo de humildad  hacia los demás aun siendo un rey. Así que  puedo reafirmar lo que la biblia menciona; que en el interior de la persona hay dos tendencias: el desear satisfacer a la carne y a Dios (Gálatas 5:17). Tal parece ser que en la carne es imposible andar en el espíritu al 100% porque estamos en un mundo material, tangible; así que reaccionamos de acuerdo a nuestro ambiente y circunstancias. Así que cuanto más tiempo involucremos nuestra mente en las cosas carnales, es más probable que actuemos a nuestra conveniencia y placer. No importando las consecuencias negativas que traiga hacia los demás. Por el otro lado, si nos envolvemos más en lo espiritual y ponemos nuestros ojos en Cristo; leyendo la biblia, orando, meditando en ella y practicándola en los demás, como Él lo hiciera; entonces estaríamos pensando más en el prójimo que en nosotros mismos. Pero aun así, se fallará tal como los hombres de Dios de aquellos tiempos. Adán con la desobediencia, Abraham con buscar al hijo de la promesa por sí mismo, David con el deseo de los ojos. Elí con no corregir a sus hijos al no tomar en serio el sacerdocio, Saúl, Jacob. En fin, todos conscientes o inconscientemente, reaccionamos a las emociones de la carne; ya sea de los ojos, boca, oídos, etc. Por lo que puedo decir que tenemos que andar humillados delante de Dios y de los hombres; de otro modo caeremos en pecado, ¿pero quien no ha caído en pecado? ¿Usted? Analice que es lo que pasa por su mente y vera que también es un pecador. El querer hacer lo bueno está en el ser humano, pero cuando la prueba viene, la tendencia del ser humano es en protegerse y cuidarse así mismo. Mis hijos son un buen instrumento para que en mi carne me enoje. Cuando les mando a hacer algo y no me obedecen, generalmente levanto la voz; y en algunos casos, la vara ha intervenido, lo cual me hace sentir culpable, poniendo en mi mente no volver a hacerlo más, pero hasta este día he fallado, y ellos también, porque me han dicho que no desobedecerían más y aun lo siguen haciendo. Ahora, ¿por qué se sigue haciendo lo que no se quiere? Porque no hemos doblegado el orgullo, y no dejamos gobernar a la humildad en el corazón totalmente; al no poner nuestros ojos en Jesús, quien se hizo manso y humilde hasta la muerte. Siendo rey no utilizó su poder para conquistar, sino el amor y la compasión como ejemplo a seguir. Esta humilde actuación de un rey nos debe doblegar el orgullo (Hebreos 12). También el apóstol Pablo nos comparte su experiencia en la vida. Romanos 7:15-20. < Porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago. Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo. Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago. Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que mora en mí>. ¿Por qué dice que el mal está en él? Porque él no quisiera dar rienda suelta a sus emociones negativas cuando la prueba viene, es el pecado que es más fuerte que su deseo espiritual porque está en esta carne y en este mundo. Gracias doy a Dios que el reino de Dios se ha extendido a la tierra en aquellos que su deseo es honrar a su REY espiritual: Jesús, Dios y El Espíritu Santo. Estas personas que han entrado a ser parte de este reino, muestran el fruto del Espíritu que es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza, (Gálatas 5:22-26); haciendo esto, estaremos acercándonos más a Dios y a su reino. Porque estamos mostrando el carácter de Él y haciendo lo que se hace en su reino. Recuerde que no se puede estar al 100% en el espíritu porque se está en esta carne y en este mundo. La tendencia de la carne es satisfacer sus deseos. Si nos enfocamos en las cosas del mundo para nosotros mismos pecaremos, pero si nos enfocamos en Jesús, entonces crucificaremos a la carne y sus deseos, al obedecerle y amarle. No deje que el pecado se enseñoree de su persona, recuerde, no es usted, es el pecado que mora en usted, porque lo ha practicado tantas veces que ahora lo hace como algo natural. Dígame, ¿Cuantas veces no ha deseado leer la biblia, orar, llevar a sus hijos al parque, comprarle algo a su mujer, ayudar a sus padres, familiares, al pobre, etc., pero los deseos personales de su carne quitó la oportunidad de hacerlo? Tengamos cuidado de nosotros mismos, al estar conscientes de nuestras malas y/o ambiciosas tendencias, costumbres y deseos. Vayamos de la mano con Dios por si nos resbalamos, Él nos levante.