jueves, 4 de julio de 2013

¿QUIÉNES SON LOS BIENAVENTURADOS?


Al leer Mateo 5:3-20 me puse a pensar en qué quiere decir, pobres en espíritu, los que lloran, los mansos, los que tienen hambre y sed de justicia, los misericordiosos, los de limpio corazón, entre otros. ¿Cómo podría ser pobre una persona en lo espiritual? ¿Será que no tiene mucho conocimiento? o ¿que tiene escases de lo espiritual? o ¿Será que es sencillo, no jactancioso, que siempre anda con humildad, que no busca lo suyo; sino el bienestar de los demás antes que el de él?,  dígame usted, ¿qué piensa usted acerca de los que lloran? ¿Esto se aplicará a todos los que lloran en este mundo? Yo no creo que se refiera a derramar lágrimas por un dolor temporal;  físico o emocional, me parece que está hablando de un estilo de vida, de los que siempre lloran, éstos son los que están compungidos, preocupados en su espíritu.  Quiero pensar que cuando escuchan de que alguien sufre en lo físico o por la muerte de un ser querido, de hambre, de guerras, pleitos entre familiares y amigos, etc. le duele todo esto en su alma y siempre está llorando por el dolor de los demás, pidiendo a Dios misericordia porque algún día haya paz y la habrá. Jesús dijo: “serán consolados” y algún día para siempre.  Ahora, ¿quiénes son los mansos? Si lo tomo literalmente, ninguna persona que no es sagaz, astuta va a adquirir tierra en este mundo; mas sin embargo, Jesús dijo que recibirá la tierra por herencia. Aquí no habla de la persona a la que se le hace trampa y no hace nada, es más que eso, es olvidar lo sucedido y seguir adelante como si nada hubiera pasado. Me viene a la mente Jacob, Génesis 31:7, Jacob le dijo a sus mujeres lo que estaba pasando. Les explicó que su suegro le había cambiado el salario acordado 10 veces y él, aún seguía ahí. Él se humillo ante su suegro, después ante su hermano Esaú y como resultado poseyó la tierra. Dios le dirigía en sus negocios para que prosperara. Ahora veamos, ¿quiénes son los que tienen hambre y sed de justicia? Por un tiempo pensé que esto se refería a las personas que deseaban que la ley fuera justa en castigar al culpable y no sobornar al inocente para sacar provecho económico, político o social; pero esto va más allá, porque hay personas que están muy ansiosas, hambrientas y sedientas porque la justicia cobre el mal que una persona hizo, pero en este caso está fundada en el odio, coraje, resentimiento profundo tanto que lo único que quiere es todo el peso de la ley. A esto no se refiere. Lo que yo creo que quiere decir, es que la persona tiene el deseo ardiente de ser cada día mejor, más justa en el trato a los demás, desea  en lo más profundo de su corazón tener  un cambio constante para hacer justicia, estos serán saciados, porque tendrán paz, la otra clase de sedientos nunca se van a conformar, todavía tendrán odio y rencor; por lo tanto, la justicia de la ley no los saciará. Y los misericordiosos son aquellos que no pueden pagar mal por mal; al contrario pagan bien por el mal que reciben y lo hacen con todo el corazón. Ahora vienen los de limpio corazón, estos son aquellos que hacen cosas con la intención de ayudar; aunque en algunos casos las cosas salgan mal, su intención era buena. Hace y actúa limpiamente como si fuera un niño. Si somos como niños entonces veremos a Dios. Tenemos ahora a los pacificadores, Jesús dijo: “serán llamados hijos de Dios”. Oiga, qué difícil es ser pacificador cuando una persona te ha lastimado. La tendencia es hablar de lo mal que le trató, de la ventaja que tomó de su ayuda, hablar de comentarios de otras personas como si lo hubiera presenciado,  apoyar al que me cae bien en peleas y contiendas. Si estamos, así no veremos a Dios. Tenemos que justificar la mala actitud para traer paz entre las personas. Y finalmente, son bienaventurados aquellos que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. Si usted le dice al comerciante que su pesa es falsa, o al marido de su amiga que no salga con otra, o al ladrón que no robe, etc. con la intención de volverlos a Dios, y no la de juzgar, y por esa causa lo odian, no lo quieren; gócese porque suyo es el reino de los cielos.  Dios nos ayude. Amén.